A la 1 de la tarde llegó el momento culmen de la jornada, cuando se invitó a todos los presentes a participar en un performance que simuló el fusilamiento de los cientos de jóvenes, niñas, hombres y mujeres que han sido víctimas de las ejecuciones extrajudiciales en Colombia.
Los asistentes se ubicaron junto a los pares de zapatos con la idea de no dejar a ninguna víctima sola, tras una tensa música vino el sonido de las ráfagas, al ritmo del que fueron cayendo uno a uno los presentes.
Fue un momento en el que se mandó desde la distancia un abrazo solidario y un aliento de esperanza para las familias de quienes han sido asesinados injustamente.
Posteriormente fueron delineadas las siluetas de los caídos, que se fueron levantando para leer el testimonio e historia de vida de aquellos a quienes habían representado.
Fue un grito de nunca más frente a los militares que usan la vida ajena como moneda de cambio para obtener ascensos, bonificaciones y vacaciones.
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